viernes, 18 de septiembre de 2015
TRABAJO FINAL APROBADO DEL SEMINARIO B DE LA LICENCIATURA EN BIBLIOTECOLOGIA Y DOCUMENTACION
FACULTAD DE HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DOCUMENTACIÓN
LICENCIATURA
CÁTEDRA: SEMINARIO B
GESTION DE INFORMACIÓN
PROFESORA: SILVIA SLEIMEN
ALUMNA: MARÍA MARTA SARRO BARBARINO
TRABAJO FINAL
TEMA DE INVESTIGACIÓN
1.-PRESENTACIÓN DEL TEMA DE INVESTIGACIÓN
OSCAR VARSAVSKY
1.-PRESENTACIÓN DEL TEMA DE INVESTIGACIÓN
El pensamiento de Oscar Varsavsky es rescatado en el presente trabajo porque sus ideas no han pasado desapercibidas por los líderes latinoamericanos que en la actualidad se esfuerzan por revertir el estado de depauperación al que han sido sometidas no pocas economías tercermundistas, llevadas de la mano del colonialismo y el neocolonialismo globalizador y avasallador de las culturas autóctonas.
Por la impostergable necesidad de hacer que nuestros hombres de ciencias, identificados con el destino de sus pueblos, hagan sentir su propia voz y guíen, en lo posible, a los nacientes y pujantes procesos revolucionarios, se le otorga un lugar en el pensamiento de la actualidad, entre otros, a Oscar Varsavsky.
Por lo tanto, la base de la presentación de este tema de investigación puede estar sustentada en el sustrato de vivencias y experiencias indispensables para que aconteciera, seguidamente, un importante punto de inflexión en los intereses de este pensador, teniendo en cuenta que a finales de los años 60 y ya radicado nuevamente en la Argentina, Varsavsky comienza a relacionarse más estrechamente con las ciencias sociales como una vía para encauzar un conjunto de cuestionamientos dirigidos a la actividad científica, en buena medida vinculada al quehacer universitario del que era partícipe. La literatura que hace referencia a este período en la vida del pensador, menciona que su libro más importante fue “ciencia, política y cientificismo”, por la repercusión que éste tuvo en la discusión sobre el cientificismo. En opinión de Varsavsky “el cientificista es aquel científico que renuncia a preocuparse por el significado social de su actividad, desvinculándola de los problemas políticos, y se entrega de lleno a su carrera, aceptando para ella las normas y valores de los grandes centros internacionales.” (Varsavsky, 1968)
2.-INTRODUCCIÓN
Oscar Varsavsky nace el 18 de enero de 1920 en la ciudad de Buenos Aires. Elige luego de finalizar sus estudios secundarios, ingresar en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Egresa como licenciado en química.
Este profesional que desde su juventud se identificara con la corriente de pensamiento Marxista, se vinculó además al ámbito institucional de Exactas, destacándose su trabajo en la comisión para el mejoramiento de la enseñanza de la matemática en el nivel medio.
En 1939, con diecinueve años y un diploma de egresado de la Escuela Normal Superior Mariano Acosta, Oscar Varsavsky ingresa en la carrera de Química, de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, doctorándose años más tarde con una tesis sobre mecánica cuántica, la primera sobre el tema en el país. Esta tesis marca un primer desplazamiento de sus intereses teóricos - de la química a la física- que se continúa en otros. Cada vez más la matemática pura atrae su atención, al punto que obtiene en 1954 un cargo de profesor en el Instituto de Matemática de la Universidad de Cuyo y elabora el plan de la licenciatura en Matemática de la Universidad Nacional del Sur. De la matemática pura pasa a la aplicada, después de su estadía en Venezuela entre 1959 y 1960. Varsavsky revisa en estos años el vínculo entre ambas, matemática pura y aplicada, en función de los distintos tipos de organización socio-política en que se ejercitan. Es así como ese campo todavía difuso por entonces, el de la “sociología de la ciencia”, lo cuenta como uno de sus primeros exploradores en América Latina, a través de producciones teóricas e intervenciones participativas en la creación de equipos interdisciplinarios. Como por ejemplo en la siguiente foto, con el grupo de trabajo del centro de estudios de participación popular de Perú (Varsavsky: tercero de la derecha).
Varsavsky fue el introductor en la Argentina y Latinoamérica de la aplicación de modelos matemáticos al análisis de la realidad social. A principios de la década del ’60 hizo el primer modelo económico global de Argentina, el Meic (Modelo Económico Instituto de Cálculo). Algunos años más tarde, entre 1967 y 1968, elaboró otros modelos matemáticos para ver la viabilidad de ciertos tipos de sociedades cercanas a propuestas utópicas. Su objetivo era analizar científicamente la posibilidad de encarar formas de desarrollo social alternativas a las vigentes en ese momento.
Varsavsky fue un referente intelectual para toda una generación de investigadores, tanto de las ciencias naturales como de las sociales, que encontraban en sus ideas las bases sobre las cuales edificar una ciencia al servicio de las necesidades del pueblo, una ciencia al servicio de una revolución social.
Asi podemos llegar a los interrogantes que se plantean en esta breve introducción, cuyas respuestas encontraremos en las conclusiones del presentre trabajo luego del desarrollo que nos llevará a analizar a este controvertido e intrigante investigador.
¿Cómo era Oscar Varsavsky? ¿Por qué sus ideas fueron tan polémicas en su tiempo? ¿cómo poner la ciencia y la tecnología al servicio del desarrollo social de un país periférico como el nuestro? ¿Qué lugar debe ocupar la universidad en ese proceso? ¿Cómo se relacionan la ciencia y la ideología política?
3.-DESARROLLO DEL TEMA DE INVESTIGACIÓN
En un artículo, Varsavsky recupera los temas que ya había hecho públicos en Ciencia, política y cientificismo, pero de un modo más compacto y hasta contundente. No sólo clama por la integración de ciencia y política sino que propone a la ideología como guía explícita, y no ya solapada, de la planificación de una política científica que fije los contenidos concretos de la ciencia –temas y métodos- que ayuden a propiciar y sostener un cambio revolucionario de la estructura social en su conjunto. Esta es, para Varsavsly, la máxima objetividad a la que podemos aspirar, objetividad que resulta inescindible de la honestidad intelectual, y que consiste en la clara exposición de los juicios de valor que inevitablemente se encuentran en la base del trabajo intelectual, para su confrontación y crítica.
En opinión de Varsavsky el cientificista es aquel científico que renuncia a preocuparse por el significado social de su actividad, desvinculándola de los problemas políticos, y se entrega de lleno a su carrera, aceptando para ella las normas internacionales.
El científico que opta por la variante de renunciar a preocuparse por el significado social de su actividad y la desvincula de los problemas políticos, entregándose de lleno a su carrera y aceptando para ella las normas y valores de los grandes centros internacionales, preferirá apostar sus conocimientos, dedicación y recursos investigativos a la solución de problemas que interesan y convienen a esos centros de poder de los que es satélite obligado, y preferirá publicar en revistas internacionales de alto impacto aunque esto implique abandonar los temas de investigación que necesitan ser abordados en su propio país y que su obra esté más al alcance de extranjeros que de nacionales, publicada incluso en un idioma foráneo.
Deducible es que aquel hombre de ciencias que se plantee apartar de sus pies el camino antes descrito, deberá imaginar y construir otra forma de hacer ciencia, una que se inscriba en el movimiento pro-autonomía cultural que es el paso más decisivo y difícil de la lucha contra el colonialismo ya que, dicho con las palabras del propio Varsavsky “(…) no es mucha la autonomía científica que podemos conseguir sin cambiar el sistema social o sin que ese sea nuestro objetivo…” (Godoy, 2012)
Varsavsky le atribuía una especial importancia a la educación, pero no a aquella que se importa como un producto enlatado y provisto de intereses ajenos, ya que “(…) si un país sudamericano quiere ser realmente libre… tiene que tener su propia política educativa, mal o bien dirigida por sus ciudadanos” según afirmó el pensador durante su charla en la Universidad Central de Venezuela en junio de 1968. (Saiz, 2011)
En las mentes de los que hoy se nutren de su pensamiento, se abre paso la idea de que sólo aquellas generaciones cuya educación se encuentre libre del lavado de cerebros que constituye la formación colonialista, están en condiciones de apostar por una ciencia propia, autóctona, en esta misma cuerda de pensamiento se mueve la postura de Varsavsky con respecto a la necesidad de hacer ciencia politizada, o sea, buscar un nuevo objetivo en la actividad científica siendo este estrictamente social. A través de sus ojos, Varsavsky percibía a la autonomía científica como a la “independencia de criterio, actitud crítica pero de ninguna manera rechazo indiscriminado de todo lo que provenga de otro país” (Avondet, 2011), así de cuidadosas y atinadas fueron las consideraciones de aquél que no despreció lo válido y valioso en materia de ciencia que emanara de las mentes de otros científicos procedentes de distantes latitudes.
En 1969 Foucault publica en París La arquelogía del saber. Ese mismo año, en Buenos Aires, Oscar Varsavsky publica Ciencia, política y cientificismo, encendiendo la mecha de una encendida polémica que detonaría un par de años más tarde y que roza en más de un punto la citada cuestión foucaultiana. Ciencia, política y cientificismo, un libro pequeño del Centro Editor de América Latina. “Libro-símbolo” como lo califica Miguel de Asúa, de tono personal, que con lenguaje sencillo nos acerca la mirada de un científico argentino sobre algunos problemas directamente vinculados con el complejo entramado que tejen saber y poder. Mirada ingenua a veces, a veces excesivamente pragmática, pero siempre incondicional y apasionada. Mirada que devela y desoculta a un tiempo significados y usos, usos que establecen significados, precisamente los significados de esas categorías que ocupan un lugar central en el discurso de lo que se ha dado en llamar “concepción heredada” en epistemología o filosofía de la ciencia. Pero es importante recordar que Varsavsky no es filósofo, y esto quiere decir que no ha sido formado en el manejo erudito del marco conceptual de la epistemología que interpela. Epistemología que había obtenido su acta de nacimiento unas cuantas décadas antes, exactamente en 1929, en forma de un manifiesto programático: Manifiesto científico universal: el Círculo de Viena, con su anuncio de una nueva era, la era de la “concepción científica del mundo”. Si bien el texto resulta un tanto elíptico, una recorrida por sus páginas permite relevar algunas frases que confieren identidad al programa: sobre la base de la “concepción científica del mundo” el fin último la “operación” en filosofía es la “unificación de la ciencia”. El medio para lograrlo es el “análisis lógico de las proposiciones” mediante la búsqueda de un “sistema neutro de fórmulas” que constituyan un simbolismo liberado de las escorias de las lenguas históricas”.
Hay que tener en cuenta que en el campo del conocimiento social, la década de los sesenta constituye un episodio particular: ésa década que se extendió hasta los primeros años de los setenta, conoció la publicación de textos sorprendentes que ponían en cuestión los presupuestos epistemológicos establecidos. Uno de ellos fue “ciencia, política y cientificismo”, de Oscar Varsavsky, que llamaba “cientificista” a la investigación dependiente de los paradigmas promovidos por el Norte y convocaba a los científicos a trabajar en líneas autónomas, atentas a los problemas nacionales y comprometidas con nuestras necesidades sociales y políticas.
Oscar Varsavsky, químico, matemático, espistemólogo. Pero sobre todo, un pensador político de la ciencia, sin que ésta dejase de mantener todo lo específico que la caracteriza, ni aquella sus amplios horizontes tratados como exigencias de época. Su nombre tomó esplendor en los medios intelectuales argentinos luego de la publicación de su clásico (según lo dicho anteriormente), “Ciencia, política y cientificismo”, un libro que había editado Eudeba en 1969 y que recorrió los claustros universitarios como una promesa de encuentro y enlaces comunes entre la Facultad de Exactas –de la cual provenía Varsavsky– y las áreas de Filosofía y humanidades, donde se desarrollaba el necesario contrapunto de una sociología de la emancipación. Para lo cual se precisaban saberes de cruce –o con el nombre que la época vio como más apropiado, interdisciplinarios–, en los que Varsavsky se destacó como filósofo vocacional, y autor de arriesgados conceptos incluidos por las epistemologías avanzadas de la época. Es indudable que operaban en la conciencia intelectual de Varsavsky, los modelos de Kuhn, que poco antes había publicado su célebre Estructura de las revoluciones científicas, y sin duda algo de Popper, que a pesar de sus compromisos con el liberalismo científico, sostenía las banderas de un método “hipotético deductivo”, que tendía a una actividad científica donde primaba la imaginación en el procedimiento de verificación de hipótesis. Quizás el libro posterior de Varsavsky, “Estilos tecnológicos”, publicado al filo del golpe de estado de 1976, señala el momento mayor de madurez de su especulación filosófica en torno a la ciencia, produciendo la llamativa interposición con el concepto de estilo en lo que hubiera sido más cómodo llamar paradigma. Con Estilos tecnológicos Varsavsky escribe uno de los mayores libros de la historia científica argentina: es un libro de espistemología historizada en torno a la decisión científica.
Se debe hacer hincapié en que las discusiones sobre las “contradicciones” del desarrollo en el mundo “subdesarrollado” tendrían su correlato en el ámbito científico y tecnológico (CyT) en lo que hoy se conoce como “pensamiento latinoamericano en Ciencia y Tecnología”.
Los pensadores asociados a esta corriente tenían orígenes disciplinares y posicionamientos ideológicos y políticos diversos y se identificaban con perspectivas teóricas y modelos de gestión que justificaban desde propuestas pragmáticas que no cuestionaban los engranajes de un capitalismo en expansión, hasta planteos revolucionarios que señalaban a los mitos científicos y tecnológicos funcionales a las tesis capitalistas como la principal trampa que debían sortear los proyectos socialistas que propugnaban por otro orden de las cosas. Entre los máximos exponentes argentinos de esta corriente crítica podemos mencionar a Oscar Varsavsky y además a Amílcar Herrera y Jorge Sábato, quienes, a su vez, se reconocen como los principales representantes de este pensamiento a nivel regional.
Para tener un panorama de sus pensamientos y como se relacionan, si se centra en dos de estos referentes argentinos más visibles, la diferencia de posiciones y enfoques es elocuente. Mientras que Jorge Sábato no cree que la “estructura económica” imposibilite la implementación de estrategias para aumentar la autonomía tecnológica de forma incremental, Oscar Varsavsky sostiene que sólo un cambio de sistema puede dar a la ciencia y la tecnología un lugar legítimo en la región. El sociólogo Emanuel Adler caracteriza la posición de Sábato como de “antidependentismo pragmático”, a diferencia de la posición de Oscar Varsavsky, caracterizada como “antidependentismo estructural”.
Luego, adentrando en la posición de Varsavsky específicamente, A diferencia de Sabato, la perspectiva de Varsavsky es radical. Su libro Ciencia, Política y Cientificismo, de 1969 –su obra más difundida–, tuvo como motivación la crítica de las representaciones del campo científico consolidadas en el CONICET y las universidades. Si bien el objetivo de Varsavsky es delinear una “ciencia revolucionaria”, una ciencia para “el cambio de sistema social”, está claro que el blanco de su crítica es la ciencia académica, que reclama libertad de investigación y es representada a partir de valores como “el carácter universal, absoluto y objetivo”. “En pocos campos es nuestra dependencia cultural más notable [...]”, concluye. Esto lleva al “libre-empresismo” como actitud dominante en el aspirante a científico: “Elige algunos de los temas allí en boga [‘en la Meca del Norte’] y cree que eso es libertad de investigación”. En la Argentina, el CONICET “siguió casi siempre esa política: el dinero va a los equipos que ya son fuertes y por lo tanto dan seguridad de resultados [...] Pesa menos la necesidad que puede tener el país que la falta de ‘garantía’ para la inversión”. La producción de papers como meta final es una consecuencia de este panorama.
El ataque de Varsavsky al “universalismo” se adelanta a lo que será un tema central de los años setenta: el ataque al universalismo no es un ataque a la validez de las leyes científicas, es decir, a los productos de la ciencia, sino a su práctica. “Lo que es verdad en Nueva York también es verdad en Buenos Aires.” Pero agrega: “Lo que ocurre es que la verdad no es la única dimensión que cuenta [...] hay otra dimensión del significado que no puede ignorarse: la importancia” (negrita en el original). En este sentido, concluye: “Basta una diferente asignación de recursos –humanos, financieros y de prestigio– para que las ramas de la ciencia se desarrollen con diferente velocidad [...] Eso da una ciencia diferente”. Finalmente, su crítica también apunta en contra del internacionalismo. Varsavsky sostiene que hay que oponerse a las iniciativas de organismos como UNESCO o CEPAL. “Debemos enfrentarnos a toda una campaña organizada para la ‘integración científica’ de América latina”, que se opone a la autonomía científica, que a su vez es parte de la autonomía cultural, “la etapa más decisiva y difícil de la lucha contra el colonialismo.”
En escritos posteriores, Varsavsky profundizó la idea de la necesidad de una “ciencia nueva” para una sociedad socialista, trabajando sobre categorías como la de “estilos tecnológicos” o sobre la necesidad de adecuación de las actividades de CyT a diferentes “estilos de desarrollo”. A pesar de su muerte prematura, de los escritos de Oscar Varsavsky emerge un corpus compacto que hoy integra, junto con los escritos de Sábato, el núcleo de ideas de mayor vigencia del PLACTED.
Por ejemplo, en julio de 2013, se recupera el pensamiento histórico en CTI. Se presentó el segundo volumen de la Colección Programa de Estudios sobre el Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Desarrollo (PLACTED), que recupera parte del pensamiento histórico sobre ciencia y tecnología en Argentina y Latinoamérica. En un acto encabezado por la secretaria de Planeamiento y Políticas del Ministerio, Dra. Ruth Ladenheim, y el director de la Biblioteca Nacional, Dr. Horacio González, se presentó el segundo libro de la colección PLACTED. En esta oportunidad, la obra escogida fue “Estilos tecnológicos. Propuestas para la selección de tecnologías bajo la racionalidad socialista” del Dr. Oscar Varsavsky.
El PLACTED, dependiente de la Subsecretaría de Estudios y Prospectivas del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, tiene como objetivo recuperar la rica tradición en ideas y referentes en ciencia y tecnología en Argentina y Latinoamericana, base necesaria para consolidar y reformular el pensamiento científico en las próximas décadas. La primera obra de esta colección fue la reedición de “El pensamiento Latinoamericano en la problemática Ciencia, Tecnología, Desarrollo y Dependencia”, del profesor Jorge Sábato. Durante su presentación en la Biblioteca Nacional, la señora secretaria señaló que estos autores ayudan a pensar las políticas públicas desde una perspectiva propia, local, intentando buscar soluciones propias. Para Ladenheim, “es importante rescatar la posibilidad de contar con un pensamiento propio de la región latinoamericana. Estamos en una época de cambios, y creo que en una etapa como la que transitamos cobra otra fuerza y otra luz un libro como este”.
Ver publicación: http://www.mincyt.gob.ar/adjuntos/archivos/000/022/0000022630.pdf
Se podrá coincidir o no con la visión que Oscar Varsavsky tenía sobre CyT, pero que las problemáticas que planteaba en la década del ´60 aún permanecen vigentes, no hay dudas.
Los siguientes son pensamientos de una persona que sigue mostrando, a 45 años de distancia, la extraordinaria profundidad de su pensamiento.
“Si alguna afirmación científica nos permite hacer la experiencia, es que conviene plantear el estudio de cada problema social y de otros de análoga complejidad en su marco de referencia local, buscando los factores importantes y las leyes adecuadas al caso particular, sin despreciar la experiencia universal, pero sin aceptarla a priori.
Hacer eso en Argentina es hacer ciencia argentina. Y sus adelantos contribuirán a construir esa ciencia social universal, hoy tan endeble, más que el seguidismo a las ideas del hemisferio Norte“.
“Para evitar confusiones, insistiré en que la autonomía tecnológica es independencia de criterio y actitud crítica, pero de ninguna manera rechazo indiscriminado de todo lo que provenga de otro país “
“Por mi parte creo que hay un método de trabajo que prácticamente obliga a hacer ciencia autónoma razonable. Es el estudio interdisciplinario de problemas grandes del país, incluyendo una adaptación a éste de la enseñanza superior…”
“Estas cuestiones parecen ser superficialmente de ciencia aplicada pero, como siempre, en cuanto se quieren tratar en serio conducen a la investigación teórica original“.
“No se trata de hacer ciencia aplicada sino de no romper la cadena completa de la actividad científica: descripción, explicación, predicción y decisión”.
“El académico desprecia el último eslabón, el empírico se queda sólo con él. Aquí se propone empezar por él, pues decidir implica haber definido los objetivos y por lo tanto da el verdadero planteo del problema y luego ir hacia atrás funcionalmente: Predecir no para tener la satisfacción de acertar, sino para poder decidir, o sea elegir entre varias posibilidades la que mejor logrará objetivos. Explicar no por el placer de construir teorías, sino para poder predecir. Describir no para llenar enciclopedias, sino en función de la teoría, usando las categorías necesarias para explicar“.
Estas cosas las planteaba Varsavsky hace 45 años. Sus palabras: “no romper la cadena completa de la actividad científica”, claramente indican que no se debe cortar el circuito del conocimiento. En otras palabras, todo conocimiento generado que tenga aplicación para resolver problemas, debe aplicarse.
Actualmente, esa cadena está cortada porque el conocimiento no le llega a la Sociedad, o le llega muy poco, constituyendo la máxima debilidad de nuestro sistema CyT.
Porque no utilizar nuestra propia potencialidad para resolver la demanda social existente es una de las principales causas de la escasa expansión del sector CyT y probablemente de la exigua inversión, problemas estructurales de los que mucho se habla pero que no se discuten.
Más aún, una inversión escasa en CyT hasta puede tener una lógica vista desde el poder político. En efecto, un político bien intencionado podría preguntarse, o preguntarnos: ¿para qué invertir en un sector que tiene capacidades para resolver demandas sociales pero no las utiliza? (medicamentos, vacunas, viviendas económicas, saneamiento de aguas, mal de Chagas, entre otros).
¿Qué respuesta se podría dar? ¿Se tiene respuesta a ésto?
En ese contexto no es descabellado plantearse que la baja inversión en CyT es la consecuencia que se deriva de la escasa utilización social del conocimiento.
Esta pobre inserción en la comunidad puede deberse a que los problemas que puede resolver el sector CyT no son apoyados desde el poder político, o que aquellos que fueron resueltos no son puestos en práctica. O peor aún, necesidades que estaban resueltas y luego esas tareas fueron concesionadas y/o los laboratorios desmantelados. Además, se puede deber al escaso compromiso social, o a intereses diferentes, de una parte de la comunidad CyT.
Por eso todavía, como decían los sociólogos Pablo Kreimer y Hernán Thomas, las viejas preguntas no tienen respuesta:
¿Cuál es la utilidad social de la investigación científica y tecnológica? ¿Por qué no se aplican los conocimientos localmente generados?, son preguntas que abren al debate y deben servir para modificar comportamientos, haciendo honor a Oscar Varsavsky y a muchos otros.
En general, el acceso al conocimiento científico y tecnológico es reconocido como un derecho que corresponde legítimamente a todas las personas. Sin embargo, algunos expertos en educación han puesto en duda la posibilidad de alfabetizar científicamente a toda la población, propósito al que tildan de “mito”. Se ha planteado, por ejemplo, que suponer que una sociedad científicamente alfabetizada está en mejor situación para actuar racionalmente frente a los problemas socio-científicos constituye una ilusión, ya que se está ignorando la complejidad de los conceptos científicos implicados y, por lo tanto, la imposibilidad de su comprensión por parte de ciudadanos no especialistas.
En la historia reciente y en la actualidad existen, sin embargo, numerosos contraejemplos. Tal es el caso del problema generado por los fertilizantes químicos y pesticidas a partir de la Segunda Guerra Mundial, en particular, las consecuencias del uso indiscriminado de productos tales como el DDT. Lo notable en este caso es que la batalla contra un producto perjudicial para la salud humana, vegetal y animal, fue dada por científicos como Rachel Carson junto a grupos de ciudadanos sensibles y capaces de comprender sus argumentos, sin los cuales la prohibición del DDT se hubiera retardado, con efectos aún más devastadores. En este mismo sentido, un ejemplo local cuyo desarrollo se encuentra actualmente en curso es el de las investigaciones del doctor Andrés Carrasco y otros, sobre los efectos del glifosato y otros agrotóxicos en la salud. Mientras la mayor parte de la comunidad científica permanece indiferente a este problema o incluso pone en duda su legitimidad, diversos sectores sociales tales como “Las Madres de Ituzaingó”, la Asociación de Abogados Ambientalistas o los médicos de hospitales que se desempeñan en las áreas más afectadas contribuyen a hacer visible su magnitud, gravedad y urgencia.
Las problemáticas científico-tecnológicas con consecuencias sanitarias y ambientales abarcan temáticas tan diversas como las energías alternativas a los combustibles fósiles –y entre ellas la nuclear–, el cambio climático, los alimentos que provienen de organismos genéticamente modificados, la deforestación asociada al avance de la frontera agrícola, la toxicidad de los agroquímicos, la minería a cielo abierto, entre otras. Todos estos temas de principal importancia, involucran debates en los que se expresan posiciones encontradas –tanto en relación con los fundamentos científicos como con los argumentos de otro orden–, basados en muchos casos en estudios inacabados o que invocan resultados contrapuestos. Estas controversias, presentes en todos los problemas complejos, resaltan la necesidad de la participación pública en la toma de decisiones, tanto en lo que hace a definición de políticas como a la normativa y al monitoreo. Esto resulta más evidente si se tiene en cuenta que en estas decisiones no sólo están involucradas especificidades técnicas sino también, por sobre todo, las tensiones que resultan de los diversos intereses puestos en juego, que suelen ocultar la dimensión social y colectiva de los riesgos asociados. Sin esta participación social, como sostiene Gerard Fourez, “los sistemas democráticos se tornan cada vez más vulnerables a la tecnocracia, cuyo aislamiento social ha quedado evidenciado en repetidas oportunidades”.
Así, en relación con el debate acerca de la factibilidad de una alfabetización científico-tecnológica que posibilite el protagonismo ciudadano, se considera que esta meta no sólo es posible sino también política y éticamente impostergable. Ello no significa que todo el mundo ha de conocer y hacer uso de las últimas y más sofisticadas teorías científicas. Se trata, de garantizar a través de la educación formal y no formal la posibilidad de acceder al conocimiento necesario y suficiente para discernir sobre las cuestiones que entran en juego al definir políticas en CyT, de manera que los ciudadanos y ciudadanas puedan optar lúcidamente entre distintas opiniones expertas. Recordando que así como la alfabetización en lectoescritura no aseguró para todos la condición de literatos y poetas, sí amplió en forma espectacular la participación ciudadana a través del voto popular, y ayudó a la vez a la comprensión de las opciones políticas.
EL ENFOQUE CTS PARA LA ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS
Un aspecto central en el proceso de democratización del conocimiento CyT se vincula con los enfoques asumidos en la enseñanza de las ciencias. La noción de alfabetización científica no es sencilla ni tiene un sentido unívoco, poniéndose de manifiesto su complejidad al observarse el escaso acuerdo que suele haber sobre su significado. En cuanto a este problema, se comparte la postura de Gerard Fourez, quien al referirse a los objetivos que debe perseguir la alfabetización científico-técnica del conjunto de la sociedad, señala que no se trata de impartir una serie de conocimientos particulares precisos, sino más bien un conjunto global que nos permita orientarnos en nuestro universo. Es decir, hace énfasis en la necesidad de que los ciudadanos se apropien de un saber funcional para la toma de decisiones frente a problemas complejos: un saber no enciclopédico sino un saber que confiera poder.
Una clave central en un proceso de alfabetización científica orientado a sustentar el poder de la ciudadanía es la reinserción del conocimiento CyT como parte de la cultura, despojándolo de su mitológico carácter de saber “verdadero”, neutral y necesariamente progresivo. Ello plantea la necesidad de crear estrategias didácticas que favorezcan la comprensión de las principales ideas, modelos y aplicaciones de la ciencia y la tecnología contemporáneas, dando lugar al mismo tiempo a un análisis crítico y contextuado de sus alcances, limitaciones, conflictos, incertidumbres y riesgos. En ese sentido los nuevos enfoques en la enseñanza de las ciencias deben contribuir a hacer visibles los procesos de construcción social del conocimiento científico y tecnológico, integrando la enseñanza de los métodos y procedimientos con los que esos conocimientos han sido producidos, los contextos históricos, sociales y culturales así como los valores a ellos asociados.
En particular, se considera que el sistema educativo –especialmente la enseñanza media– es un ámbito de central importancia para la formación de ciudadanos capaces de intervenir críticamente en cuestiones que involucran a la ciencia y la tecnología, tanto en relación con el desarrollo de la autonomía personal como con la capacidad de participación colectiva en asuntos de interés común. Y en el escenario de la escuela básica y media, los maestros y profesores de ciencias son protagonistas centrales, que pueden orientar y conducir este necesario proceso.
Sin embargo, muchos docentes reclaman no contar con instancias de formación y actualización continua, o con espacios de reflexión y de debate, que les posibiliten cumplir este rol satisfactoriamente. Al mismo tiempo, en el ámbito universitario –en concordancia con los criterios de evaluación empleados en el sistema científico y universitario, que jerarquizan de manera extrema la tarea investigativa conforme a estándares internacionales– es frecuente advertir una escasa preocupación por el mejoramiento en la enseñanza de las ciencias en otros niveles de la educación. Asimismo, en muchos casos se percibe una marcada indiferencia frente a problemáticas locales relevantes, que requieren el uso o la creación de conocimientos que podrían estar disponibles o ser desarrollados en ese ámbito.
Así, uno de los problemas que deben ser atendidos en relación con la democratización del conocimiento CyT es la marcada segmentación del sistema educativo y la ausencia de “puentes” institucionales entre los diferentes niveles. En esta perspectiva se destaca la importancia de revisar los vínculos que se establecen entre los ámbitos de producción del conocimiento científico y aquellos en los que este conocimiento es comunicado y enseñado, con el propósito de promover nuevos espacios institucionales y políticas de extensión universitaria que contribuyan a enriquecer la enseñanza de las ciencias en el conjunto del sistema educativo, en estrecha vinculación con la realidad social.
4.-CONCLUSIONES
REFLEXIONES FINALES, PROPUESTAS Y PERSPECTIVAS
Centrando la atención en las funciones y propósitos de la extensión universitaria, se considera que un camino particularmente fértil en virtud de transformar positivamente el actual estado del problema sería estrechar vínculos entre la comunidad universitaria y los profesores de la escuela media, promoviendo instancias compartidas de formación y actualización en la problemática contemporánea de la ciencia y la tecnología. Pero estos espacios no deben ser pensados como escenarios de flujo unilateral y unidireccional de formación e información en que la universidad “baja” sus conocimientos a otros niveles de la educación. Por el contrario, se considera que este intercambio puede resultar de especial interés para la universidad, ya que los docentes que se desempeñan en niveles no universitarios de la educación tienen, en general, un fuerte anclaje en la realidad social y, por ello, una gran capacidad para detectar, caracterizar e integrar los problemas complejos que preocupan a la comunidad. Por ello, al mismo tiempo que atiende al mejoramiento en la enseñanza de las ciencias en los niveles básicos de la educación, esta articulación puede favorecer la identificación de problemáticas relevantes que demanden crear o reorientar líneas o enfoques investigativos, contribuyendo a orientar los rumbos de una ciencia que aporte efectivamente al desarrollo y a la inclusión social, en un marco de sustentabilidad ambiental, como Oscar Varsavsky sostenía en su pensamiento.
Este intercambio también abriría la posibilidad de revisar críticamente las relaciones entre los distintos actores e instancias involucrados en la producción científica, identificar conflictos y discontinuidades (por ejemplo, entre universidad y sociedad, entre organismos políticos de CyT y sistema educativo, entre investigación y enseñanza de las ciencias en distintos niveles de la educación), abonando una necesaria reflexión sobre los cambios políticos e institucionales que se requieren para que tanto la investigación como la enseñanza de la ciencia y la tecnología en todos los niveles de la educación hagan su aporte a la construcción de una sociedad más justa.
El objetivo de Varsavsky era analizar científicamente la posibilidad de encarar formas de desarrollo social alternativas a las vigentes en su tiempo y aún actualmente.
Varsavsky sostenía que el socialismo nacional creativo sólo podía llevarse adelante en un contexto de autonomía de pensamiento y cultura, para lo cual era fundamental la máxima independencia política, económica y tecno-científica posible. Y para ello era necesario romper con la dependencia tecnológica y librarse del mito de que la tecnología y la ciencia son todopoderosas, infalibles y neutras.
La muerte de Varsavsky coincidió con el advenimiento de la barbarie. Entre 1976 y 1983, la dictadura cívico-militar no sólo asesinó e hizo desaparecer miles de personas, sino que también provocó una catástrofe cultural sin precedentes. Tanto el pensamiento de Varsavsky como el de otros relevantes intelectuales nacionales fue sepultado en medio de la represión generalizada.
El pensamiento de Varsavsky transcendió las fronteras de la Argentina y tuvo gran influencia en aquellos sectores de la intelectualidad latinoamericana preocupados por romper los esquemas de dependencia centro-periferia. En este sentido, uno de los países en donde dejó una impronta muy importante fue en Venezuela, en donde estuvo radicado durante varias etapas de su vida. “Oscar fue muy apreciado por la gente del Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la Universidad Central de Caracas”, expone Calcagno, “Hugo Chávez hablaba mucho de él, lo citaba y lo consideraba su maestro”. En noviembre de 2007, el Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología de Venezuela organizó un gran debate abierto en su homenaje.
A treinta y siete años de la muerte de este matemático radical, impaciente y generoso, se concluye este trabajo con sus propias palabras: “El que aspire a una sociedad diferente no tendrá inconvenientes en imaginar una manera de hacer ciencia muy distinta de la actual. Más aún, no tendrá más remedio que desarrollar una ciencia diferente. En efecto, la que hay no le alcanza como instrumento para el cambio y la construcción del nuevo sistema”.
BIBLIOGRAFIA
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